A mi papá, que me estará viendo

Corría el año 67, y todavía lo recuerdo como si fuera ahora cuando, cenando, mi papá  me dijo: “Hoy en la UHF ponen una serie que seguro que te va a gustar”.  No se equivocaba. No sé si es que me conocía bien, o simplemente quería compartir conmigo su afición por la ciencia ficción y lo fantástico, lo extraño, lo desconocido… Desde entonces, mi padre y yo siempre anduvimos juntos en busca del misterio.
La serie en cuestión no era otra que “Star Trek”, que emitía Radio Televisión Española (no había otra) en el canal UHF (ahora comprendo que era el canal intelectual), con ese acento mexicano por los doblajes de entonces. A mis nueve años me entusiasmó. Y no dejamos de verla, a las nueve de la noche, mientras cenábamos, mi papá y yo, hasta que dejaron de emitirla. Creo que habrían pasado ya unos dos años. Cuando eso sucedió, yo, que me considero una “treking” precoz, escribí a Radio Televisión Española, en Miramar (Montjuic) pidiendo que volvieran a emitirla.
Recibí respuesta, aunque la respuesta no me agradó en absoluto, ya que me contestaron muy amablemente que no tenían intención de reponerla inmediatamente, pues tenían nuevos proyectos para ofrecer. En fin, desilusionada me quedé. Como no soy de guardar cosas inútiles la respuesta fue a parar al cubo de la basura. Años después, cuando constaté que la serie “Star Trek” movía a tanta gente que incluso había generado el movimiento “treking” me entristeció haber tirado aquella carta, pues casi seguro que sería una de las primeras “joyas” de dicho movimiento, al que, por cierto, nunca pertenecí. Aun así todavía hoy sigo amando la Serie “Star Trek” (la original, la de William Shatner, Leonard Nimoy -lamento su reciente pérdida-, y compañía).
Y ¿por qué todo este discurso? Para agradecerle a mi papá, que me estará viendo, que me acompañara (o yo a él), durante tantos años, en busca de lo oculto, lo misterioso y lo desconocido.
La verdad es que ha llovido mucho desde esto que he explicado hasta ahora. Pero en el entremedio los dos tuvimos la suerte de poder compartir durante años nuestras inquietudes.


Supongo que sería fruto del destino que mi padre, después de pasar por varios trabajos que no vienen al caso, empezara a trabajar de corrector ortográfico y de estilo para algunas editoriales por entonces desconocidas: Urano, ATE (Mundo desconocido), Obelisco… por citar algunas. Pronto montó su propio taller de foto-composición tipográfica pues aquellas editoriales que empezaban necesitaban confeccionar sus propios libros y confiaban plenamente en la excelencia del trabajo de mi padre. Y a quién os pensáis que tenía de ayudante, pues, evidentemente, a mí, que compaginaba mis estudios y posterior trabajo con el negocio familiar. Cuento todo esto porque os podéis imaginar en qué mundo editorial nos movíamos: uno al que a los dos nos iba como anillo al dedo. Pasábamos, por nuestro trabajo, horas y horas leyendo acerca de misterios y libros esotéricos. Creo que todos los “clásicos” que se consideran hoy en día pasaron por nuestras manos. Luego, las cosas cambiaron por varios motivos y por desgracia, mi padre ya no está en este plano. Pero gracias a él y a su trabajo tengo hoy en día una buena biblioteca esotérica y nunca dejaré de agradecerle que me guiara por los mundos fantásticos, que no fantasiosos, en los que él también creía. Me dio una buena base para evolucionar en conciencia.

Para ti, que seguro que me estarás viendo, hasta que nos volvamos a encontrar, un millón de besos.