Exfoliación


¡Hola de nuevo a todos! Soy Gemma y en esta ocasión quisiera explicaros la importancia de la exfoliación de nuestra piel en todo el cuerpo (cara, pies, labios, codos, etc). Además, ¡no solamente es cosa de mujeres! Más seca, más grasa, más elástica o más sensible, todos debemos cuidarnos la piel para que ésta se mantenga sana, fina y fresca.

Importancia

El cuerpo humano regenera las células de la piel por sí solo cada 28 días, aproximadamente. Sin embargo, hay ocasiones en las que el cuerpo necesita ayuda en este proceso debido a sensaciones de fatiga, debilidad o el mismo paso de los años.

En estos casos es necesaria una exfoliación artificial en la que nosotros mismos eliminemos las células muertas que se encuentran en la epidermis, la capa externa de la piel. ¿Por qué es importante hacerlo? Pues bien, estas células se van acumulando en la epidermis y esto provoca un engrosamiento de la piel, que se muestra más reseca y no puede absorber como debería los productos que le apliquemos.


Frecuencia

Lo normalmente recomendable es llevar a cabo una exfoliación una vez por semana para garantizar la total eliminación de las células muertas adheridas a la piel que impiden una debida oxigenación de la misma.

Aun así, según el tipo de piel que tengamos o la necesidad de exfoliarse, el tiempo puede variar.

Si nuestra piel está reseca, gruesa y necesita urgentemente una exfoliación podremos exfoliarnos una vez a la semana como mínimo y, además, necesitaremos un exfoliante cuyo componente granulado sea más grande y no nos irrite la piel al aplicarlo.

Por otro lado, si queremos exfoliar una zona sensible o delicada (como la cara, por ejemplo) recurriremos a un exfoliante más fino y quizás no necesitemos hacerlo una vez a la semana si pasado este tiempo aún nos encontramos bien la superficie de ésta. En dicho caso, esperaremos a notar la necesidad de limpiar de células muertas la piel teniendo en cuenta los síntomas antes comentados.

Modo de uso

El primer paso siempre es limpiar bien la zona a exfoliar, sea en la cara o el cuerpo.

Es totalmente recomendable abrir los poros de la piel con calor antes de una exfoliación ya que así se elimina mayor suciedad y células sobrantes. Por esta razón, un buen momento para ello es después (o durante) un baño caliente o unos vahos. Sin embargo, hoy en día existen en el mercado mascarillas que se encargan de proporcionar este efecto calor que abre los poros y los prepara para la limpieza y exfoliación.

Una vez abiertos los poros podemos aplicar el producto exfoliante mediante movimientos suaves y circulares durante unos segundos. No se debe prolongar demasiado este proceso porque podemos provocar una irritación en la piel.

Después volvemos a limpiar bien para retirar todo el producto y notar de inmediato el resultado: una piel más fina y suave.

Para completar se puede aplicar un tónico en la zona en cuestión para cerrar los poros que anteriormente habíamos abierto pero, sobre todo, lo más importante es hidratar esa zona para ayudar a la recuperación de la piel. Es más, hay quienes prefieren no aplicar el tónico que cierra los poros para que la crema nutritiva pueda penetrar mejor y aprovechar mejor la hidratación.

Zonas de aplicación

No es solamente la cara o una zona reseca concreta la que hay que exfoliar, lo conveniente es hacerlo en todo el cuerpo para mantenerlo sano. Así, deberíamos exfoliar los pies, los hombros, las manos, el cuero cabelludo, los labios, etc.

Para realizar el proceso de forma rápida y abarcar muchas zonas a la vez se puede mezclar un exfoliante con el gel de baño habitual y así hacerlo durante una ducha o un baño. De esta forma sólo quedarán zonas más concretas para cubrir.

Exfoliantes caseros

Si bien actualmente podemos encontrar en el mercado multitud de marcas de exfoliantes con diferentes componentes, nosotros nos podemos preparar el nuestro propio. Como la mayoría de los productos de cosmética, se puede preparar uno con productos naturales que podemos encontrar en nuestra cocina.

La clave de los exfoliantes es que “rascan” la piel arrancando lo que no debería estar ahí, por eso, debemos escoger un producto que sea granulado y que ejerza este efecto; por ejemplo, el azúcar, que se usa mucho para este fin (NOTA: la sal se combina a menudo con el azúcar pero cuidado, seca mucho y no es aconsejable en pieles secas o sensibles).

Al azúcar le añadimos un componente que le dé una textura más líquida o pastosa y, como es muy importante la hidratación después de la exfoliación, se suele usar algún aceite.

Además, es común mezclar el azúcar y el aceite con el zumo de un limón porque este es astringente (por lo que ayuda a combatir la piel grasa) y blanqueador (es mejor no aplicarlo antes de exponerse al sol porque pueden salir manchas en la piel). Con esta mezcla creamos un exfoliante natural y casero que podemos aplicar como hemos comentado.



Pues bien, eso es todo por el momento, espero que os sea útil y comentéis cualquier observación que tengáis. ¡Un beso!


                                                                                                      Autora: Gemma Alba Anglès


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