Envidiar es comparar. Y hemos sido
educados para comparar, hemos sido condicionados para comparar, siempre
comparar. Alguien tiene una casa mejor,
alguien tiene un cuerpo mejor, alguien tiene más dinero, alguien tiene una
personalidad carismática... Comparar, sigue comparándote a ti mismo con todos
los que pasan y la envidia se hará evidente;
es el acondicionamiento de la comparación por el producto.
Por otro lado, si dejas de comparar,
la envidia desaparece, entonces simplemente sabes que tú eres tú y nadie más y
no se manifiesta la necesidad.
Es bueno que no te compares con los
árboles, si no, vas a sentir mucha envidia: ¿por qué no fuiste verde? ¿Y por
qué Dios es duro contigo y no con las flores?
Es mejor que no te compares con los pájaros, los ríos, las montañas
porque sufrirás. Ya ves, solo te comparas con seres humanos porque has sido
condicionado para compararte con otros seres humanos; no te comparas con pavos
reales o loros. Ahí si que estarías cada
vez más celoso; estarías tan celoso que simplemente no podrías seguir viviendo.
La comparación es una actitud necia,
pues cada persona es única e incomparable. Una vez que se comprende, la envidia
desaparece. Cada ser es único, incomparable. Tú eres solo tú: nadie ha sido
jamás como tú, y nadie nunca lo será. Y no necesitas ser como otro.
El celoso vive en un infierno. Elimina la comparación y los celos
desaparecerán, la maldad desaparecerá, la falsedad desaparecerá. Pero sólo los
puedes eliminar si empiezas a hacer crecer tus tesoros internos; no hay otra
forma.
Madura, conviértete en un
individuo más y más auténtico. Ámate y respétate de la forma que la Creación te hizo e
inmediatamente las puertas del cielo se abrirán para ti. Estuvieron siempre abiertas, simplemente no
te habías fijado.
¿Quién fue Osho?
Osho, nació con el nombre de Chandra Mohan Jain; luego se le conoció como
Bhagwan Shree Rajneesh. Y casi al final de su vida se le empezó a conocer como Osho. Nació en Kuchwada, Madhya Pradesh, India, el 11 de
diciembre de 1931. Desde pequeño fue un espíritu muy rebelde e independiente,
negándose a aceptar creencias y convencionalismos, cuestionando abiertamente
todas las tradiciones y religiones en favor de experimentar la verdad por uno
mismo.
De muy joven se sintió atraído por la meditación. A la edad de catorce
años tuvo su primera iluminación y a los veintiuno la iluminación definitiva. Hablando
de sí mismo dijo: “Ya no estoy buscando nada. La existencia me ha abierto todas
sus puertas.”

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