Mantener una actitud positiva

Quizá voy a repetirme un poco, pero lo que voy a escribir, no porque ya haya sido dicho, incluso por mí misma en algunas otras ocasiones, deja de tener un gran valor a la hora de encontrarnos y sentirnos bien con nosotros mismos.
De ello depende en buena parte nuestra salud. Ya lo hemos repetido en algún post anterior, hemos de cuidarnos, no solo el cuerpo físico, sino también los demás cuerpos que nos conforman: el mental, el emocional y el espiritual.
La persona que vive con miedos atrae toda clase de problemas, ya que este temor provoca una caída de su inmunidad. Esto es básico: el placer de vivir, la afición por el cambio y el descubrimiento estimulan las funciones fisiológicas. En cambio, los pensamientos negativos, los miedos o los temores paralizan el sistema inmunitario.
Además de la actitud psíquica, es muy importante mostrar gratitud hacia lo que tenemos; acordarnos día a día de lo bueno que nos va dando la vida y de lo que todavía nos tiene que regalar.


Y también es muy importante mantener el respeto por el propio cuerpo. Hay que entender que la enfermedad se manifiesta cuando ya hemos sido avisados reiteradamente de que algo no estamos haciendo bien (muchas veces no somos capaces de captarlo, y por eso no podemos ponerle remedio antes de que nos sintamos enfermos). Cuando se produce algún trastorno en el cuerpo material, hay que interrogarse sobre las causas físicas posibles, pero también sobre las emocionales (emociones, por ejemplo, que no han sido eliminadas), mentales (pensamientos negativos u obsesivos) o falta de contacto con nuestro Yo interior (digamos más espiritual).
La salud, por tanto, es el resultado de una circulación de energía fluida entre nuestros cuatro cuerpos, que son a la vez independientes los unos de los otros e interdependientes a la vez, ya que lo que le sucede a uno tiene repercusión sobre los otros tres.
Normalmente bloqueamos nuestra escucha intuitiva, y damos preferencia a la lógica de nuestro hemisferio izquierdo del cerebro, alejándonos del mundo del bienestar que nos puede proporcionar nuestro hemisferio derecho cerebral, y convirtiéndonos así en personas, casi diría, “amaestradas” por la sociedad consumista en la que nos ha tocado vivir.
Hay que cambiar eso, y encontrar tiempo para estar más con nosotros mismos, cuidarnos mejor y mejor con una alimentación sana y equilibrada, dedicar un buen rato del día para hacer aquello que nos haga sentir bien o bien. Es así de simple, y debería ser así de fácil.

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