La meditación

¿Qué es meditar?
Hoy mismo, en el trabajo me han hecho la pregunta: “¿qué haces cuando meditas, dejas la mente en blanco?”
Realmente, explicar en qué consiste meditar es tan difícil que podríamos encontrar cientos de respuestas, ya que para cada persona la meditación puede ser una cosa distinta. Y realizarla de múltiples maneras distintas.
E incluso para una misma persona. Yo misma, sin ir más lejos, puedo meditar simplemente para relajarme, o para intentar obtener una respuesta de mi yo más interior que no se me da entre medio del barullo de pensamientos continuos, o para conseguir alguna mejora en mi día a día a través del control mental, o incluso para intentar contactar con mis guías espirituales…


Desde la antigüedad, que sepamos, se practica la meditación para sosegarse, reducir los estados de ansiedad y mantener la claridad necesaria para enfrentarse al día a día. Es una manera formidable de abrir espacios internos, detenerse en medio del barullo y darse cuenta de qué está pasando, de forma que se puedan tomar mejores decisiones y elegir de manera consciente cómo actuar en una u otra circunstancia.
También se emplea la meditación para mejorar el funcionamiento del cerebro. Gracias a las tecnologías de neuroimagen se ha podido comprobar que la meditación afecta directamente al funcionamiento del cerebro y su estructura.
El Método Silva, de control mental, por ejemplo, se basa en técnicas de meditación que llevarán a la persona a estados de conciencia para controlar la mente (meditación activa), donde se podrán aprender una serie de técnicas y recursos que pueden mejorar infinitos aspectos de la vida cotidiana (memoria, intuición, discernimiento, alta autoestima…)
Otro de los métodos que parece ser muy efectivo para lograr estados alterados de conciencia se sirve de la ayuda de los sonidos binaurales. La combinación de frecuencias usadas con estos sonidos se han diseñado para potenciar la sincronización de los dos hemisferios cerebrales (Hemy-Sync).
Lo cierto es que cuando una persona entra en un estado de meditación, sea por el camino que sea (ya veremos formas sencillas de empezar a meditar), sus ondas cerebrales cambian de frecuencia, suelen entrar en estado alpha (normalmente, en vigilia y en estado de alerta nuestro cerebro emite ondas beta) e incluso pueden llegar a estados de frecuencia más bajos (delta o theta), estando completamente conscientes.   De esta forma, se puede aprender a controlar de forma consciente algunas funciones del cuerpo que nos ayuden con cualquier proceso de curación que se pueda necesitar.
No obstante, estos últimos métodos digamos de más “control mental” requieren bastante entrenamiento y profundización, y no es mi propósito ahondar en ellos.

Para quien no ha probado la meditación, todavía, basta decir que lo que de verdad requiere es tener un poquito de tiempo para estar a solas con nosotros mismos. Pero no es cuestión de pasarnos horas meditando; con diez o quince minutos diarios será suficiente para encontrar nuestra manera propia de meditar. Seguramente, con la práctica, nos será muy fácil entrar en un estado de meditación, solo con proponérnoslo. Únicamente hay que disponer de un lugar tranquilo, un sitio donde poder sentarse cómodamente con la espalda recta, o tumbados en el sofá o la cama (aunque lo más probable es que de esta forma terminemos dormidos), cerrar o los ojos, o si se prefiere tenerlos abiertos pero concentrados en un punto fijo (puede ser una vela), y si puede ser con una música de fondo relajante, mucho mejor. También se aconseja encender un incienso, porque el aroma de éste ya puede ser relajante de por sí. Y si acostumbramos a meditar siempre en el mismo escenario, seguro que al poco tiempo nos será muy fácil entrar en meditación.
Para las personas que no han meditado nunca, la técnica que va muy bien es la de concentrarse en la respiración. Otras personas van pensando en las diferentes partes del cuerpo y van notando como estas partes empiezan a pesar como si estuvieran dormidas, y solo va quedando “despierta” la mente. Hay, en cambio, personas que prefieren ayudarse de una meditación guiada, y para esto la red de Internet está bien surtida. Sólo hay que encontrar la más adecuada para nosotros.
Pero para empezar está bien con la respiración. Lo primero que hay que hacer es relajarnos. Esto nos lo puede proporcionar por ejemplo llevar la atención a cómo entra el aire y sale por la nariz, de forma consciente, unas diez veces. Si nos distraemos o empezamos a divagar hay que volver a centrarnos en la respiración. Cuando ya nos notamos relajados, cada cual puede entonces tomar el camino de la meditación que prefiera. Podemos preguntarnos, por ejemplo: “¿Cómo estoy? ¿Qué siento en estos momentos?” Y esperar la respuesta a través de sensaciones o emociones. O incluso, si tenemos algún problema y no encontramos la solución podemos lanzar la pregunta a nuestro yo interior y esperar que nos responda. Puede ser que no lo haga al instante, y encontremos la respuesta en cualquier otro momento del día, o incluso durante los sueños, que también se da. Aunque podemos encontrar una respuesta instantánea, simplemente que se nos aparezca clara y diáfana, como si siempre hubiera estado ahí. Sólo es cuestión de probar. Y ya veréis el resultado.

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