El despertar de la conciencia

Este es un título que está muy de moda. ¿Quién no ha oído hablar de “el despertar de la conciencia”, ya sea individual, social o espiritual?

Cierto que está de moda, y no sin razón. Desde hace ya tiempo se espera alcanzar una masa crítica de personas conscientes que ayuden a cambiar nuestro mundo, que vivan en transformación psicológica y espiritual constante, que siendo conscientes de su esclavitud busquen y encuentren su libertad… Porque el despertar de la conciencia, entre otras cosas, tiene que ver con un  camino de transformación, de pasar de lo individual a lo colectivo, del egocentrismo humano al amor incondicional por nuestro planeta, por la madre tierra y todos sus habitantes…

Pero, antes que nada, se tiene que pasar del inconsciente al consciente consciente.

En general, solemos vivir de forma inconsciente, en “piloto automático”, reaccionando a la vida según los aprendizajes y condicionamientos que hemos adquirido en el pasado, o mejor dicho, que nos han programado --casi está mal que yo, una maestra, hable de “programar” a alguien. Pero el sistema (y no hablo solo del educativo), está muy bien diseñado para no dejar salir a nadie de la “matrix” en la que vivimos. Eso sí, estoy convencida de que cada uno, cada persona dedicada a la tarea de educar, dentro de sus posibilidades, hace lo que puede y lo mejor que puede para conseguir la mejor educación integral de sus alumnos, y procurando formar individuos sociales con capacidad crítica y lo más abiertos de mente posible. Eso sí, dentro del sistema.

En fin, para poder decir que somos conscientes hemos de traer el inconsciente al consciente (cosa nada fácil); experimentar desde dentro (meditar nos puede ayudar a que aflore nuestro inconsciente); debemos, asimismo, tener conciencia o ser conscientes de lo que nos pasa en todo momento y nuestra interacción con el exterior, desde tener presente lo que pensamos hasta cómo afecta esto a nuestra vida diaria y al mismo tiempo cómo afectamos a los demás.

De lo que se trata, es de darnos cuenta de que estamos creando nuestra realidad a través de la mente, con nuestras creencias (limitantes, muchas veces, como ya he dicho en alguna otra ocasión). Si cambian nuestras creencias, cambiará la forma en que vivimos nuestra realidad, es decir, cambiará la forma en que reaccionamos a lo que está sucediendo y así podremos pasar de ser víctimas de las circunstancias a ser los creadores de nuestra realidad. Nuestro “ego” (que no sabe vivir en presente, sino sólo en pasado o futuro), irá dando paso paulatinamente a nuestro yo verdadero, nos dejará vivir el presente consciente, con lo cual seremos más auténticos, más nosotros mismos y no seremos ya lo que se espera de nosotros; al contrario, podremos ser mejor persona día a día, pues podremos ir corrigiendo o moderando nuestros comportamientos antiguos.

Para terminar por ahora, decir que ser conscientes de nuestra habilidad para ser conscientes no se consigue de la noche a la mañana. Si pudiéramos sentir y observar las emociones segundo a segundo y cómo nos afectan, darnos cuenta de cómo influimos en otros por nuestras palabras o acciones, entenderíamos que nuestras emociones hacia los demás no son otra cosa que el reflejo de nosotros mismos. Si observamos algo que no nos gusta de otra persona hay que hacerse la pregunta de si no somos nosotros mismos quienes fallamos en esa actitud que nos desagrada. Pero ahondar en esta cuestión será tema de otro post.

No hay comentarios:

Publicar un comentario