Pequeños o grandes poderes mentales a nuestro alcance

¿Cuántos de nosotros, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos no paramos ni un momento? Muchas veces no tenemos tiempo ni de reflexionar sobre los acontecimientos del día. Dependiendo de la edad, circunstancias, obligaciones de trabajo o familia, es posible que nos acostemos y con un poco de suerte antes de dormirnos nos demos cuenta de que no nos dedicado ni un minuto a nosotros mismos. Y aún más, que no hemos tenido tiempo de pensar en nuestros deseos, en cómo nos sentimos ante tal o cuál hecho…

No sé en qué artículo leí que nuestro cerebro es capaz de emitir unos sesenta mil pensamientos diarios, de los cuales, como podemos imaginar, los habrá de todas clases: positivos, negativos, e incluso inútiles completamente.

Lo que deberíamos intentar, la mayor parte del tiempo, es enfocarnos en los pensamientos positivos y desechar los negativos y los inútiles. Pero esto es fácil decirlo, más que hacerlo.  

Así que aquí dejo unas cuantas reflexiones, a la vez que opciones, para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de tener poder o control mental sobre nuestros pensamientos y por ende sobre nuestra vida.

- Pensar cosas que nos hagan sentir bien con nosotros mismos y bien en general. Pensar cosas que suban nuestra energía. Pensar cosas que nos hagan sentir expandidos, ilusionados, inspirados. Cada vez que no nos sintamos bien preguntémonos en que estamos pensando, y elijamos un pensamiento que nos haga sentir mejor. Imaginémonos la mente como si fuera un pequeño y precioso jardín invadido por malas hierbas (que son los pensamientos que nos hacen sentir mal con nosotros mismos o con lo que nos rodea). Y hay que ir eliminando las malas hierbas.

- Preocuparse no es ocuparse (principio fundamental de Reiki). Realmente, cuando estamos preocupados solemos estar tristes, deprimidos, nos sentimos apáticos. Cuando los problemas tienen solución nos ocuparemos en encontrarla. Pero no ganaremos nada preocupándonos todo el tiempo o lamentándonos sin buscar soluciones. Y, por lo mismo, si el problema no tiene solución, ¿merece la pena preocuparse por ello?

- Rumores, celos, crítica destructiva, envidia y cotilleos crean relaciones de muy baja energía en las que uno se siente mal con el otro y consigo mismo. Cada vez que nos descubramos criticando, envidiando, cotilleando, difundiendo rumores, sintiendo celos (que no es más que creerse inferior a un posible competidor, lo cual declara la propia inferioridad y la manifiesta), hay que parar en seco y distraer nuestra mente con algo que nos traiga buenas vibraciones (tarareemos, por ejemplo una canción que nos guste o escuchemos música si podemos).

- Control emocional. Si estamos sintiendo algo, podemos estar con esa emoción y hacerle preguntas, en vez de reaccionar. Dialogar con la ira en vez de gritar a otro o dar un portazo, abre puertas inesperadas a la solución. Intentemos pensar en las consecuencias antes de reaccionar.

- Si el pasado no nos deja avanzar, dejémoslo atrás sin rencor. Es mejor prestarle atención al presente, a lo bueno del presente, a lo que es posible crear ahora para el futuro. Elijamos lo que nos ofrece una hoja en blanco. Analizar el pasado sólo sirve si nos está dando soluciones aquí, ahora.

- Intentemos practicar algún tipo de relajación cada día, aunque sólo sea estar en una habitación silenciosa o con música suave. Si tuviéramos tiempo para dedicar aunque fuera diez minutos diarios a la meditación sería fabuloso. La meditación suele aportarnos control mental.

 - Mantengamos contacto con la naturaleza. Mar, bosque, parque, jardín, lo que sea. Respiremos todo el aire puro que podamos. Abracemos un árbol, sintamos su energía.

- Hay que procurar que el miedo no nos paralice. El miedo es nuestro peor enemigo y el que no nos deja avanzar. Si lo analizamos bien, en realidad le tememos a los pensamientos. En  la mente es donde se origina todo el sentimiento de miedo. Posiblemente el miedo venga ante una situación nueva de la que desconocemos los resultados o en la que no nos hemos encontrado antes. Superar el miedo puede ser tan simple como detenernos, analizar esa sensación de temor y convencernos de que el miedo no puede ser más fuerte que nosotros mismos.

Si poco a poco aplicamos estos poderes día a día, en las pequeñas cosas, empezará a aflorar en nosotros lo que realmente queremos y necesitamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario